sábado, 7 de marzo de 2015

Periódico de Lavapiés Marzo 2015

Colaboración Especial con Silvina Magari y Brian Genio.
Las Mujeres...
Rubén Alexandre.
Bloguero de Moda





a actualidad está llena de noticias encabezadas por hombres que no me gusta ni su estilo ni su moda; así que no escribiré sobre ellos en este mes.


De lo que sí que escribiré es de una tendencia que siempre está presente todos los meses de Marzo. Una tendencia que no debe de desaparecer por mucho que creamos que ya esta todo ganado. Me refiero al día de la Mujer Trabajadora.

El 8 de Marzo es una fecha muy señalada para mí en el calendario. Recogido en el almanaque como el día de una lucha merecedora de todos los buenos atributos que existen. Es cuando nació la primera muñeca que,a parte de ponerse vestidos de princesa, lucía un sinfín de uniformados atuendos para el trabajo, Barbie y mi madre.

Ella siempre me ha inculcado la importancia de esta lucha de un género, anodina dentro de la sociedad, hasta que las guerras del siglo XX. hicieron necesario que almas fuertes siguieran llevando las actividades de los países mientras que los hombres cambiaban sus utensilios laborales por fusiles y cañones en los frentes de Europa. Siendo la oportunidad de miles de mujeres de dar a conocer su gran talento y ganas de aportar algo más en esta sociedad, expandiendo el abanico de posibilidades en sus destinos.

Si una mujer tenía que ser una sumisa esposa y buena ama de casa en el siglo anterior, porque sí; gracias a estos acontecimientos las mujeres pudieron decidir qué destino escoger. Fuera cuál fuera su decisión.

De hecho hoy en día ya no se habla del Día de la Mujer trabajadora, se habla del día de la Mujer; porque sea cual sea tu ocupación, forma parte de la misma lucha: la de la libertad de escoger tu propio sino sea este en casa o fuera de ella.

La mujeres son libres, pero muchas veces se ven en una lucha interna en la que muchos factores las desmoralizan para llevar a cabo una profesión y acarrear el peso de la casa. Siendo el individualismo y las ganas (o la obligación) de encargarse de todo, en ocasiones, el causante de estos miedos. ¿Cuantas mujeres por coger una baja de maternidad, que suele ser bastante larga, fueron despedidas? ¿Cuántas mujeres por quererse relajar un poco en sus profesiones han acabado delegando un poco más y las han desbancado en sus ascensos? ¿Cuantas han dejado de trabajar en carreras prometedoras por el impulso de notar que abandonaban a sus hijos? ¿Cuántas disponen de un compañero que se quede en casa para llevar el peso del hogar para que ellas se realicen profesionalmente? Entonces, ¿podemos hablar de que en la realidad social de las mujeres, reside una auténtica libertad?

Solo hay que documentarse un poco en las cifras y en las mentalidades generales de nuestra sociedad. El paro, si lo dividimos por géneros, nos daremos cuenta de que sigue siendo más elevado en mujeres que en hombres y, si nos fijamos en los puestos directivos que se crean en España, el porcentaje de hombres que ejercen dichos puestos frente a las mujeres es alarmante. No es que no haya mujeres preparadas o con dichas aptitudes, o que no tengan experiencia para coger esos puestos; se trata de algo más complicado. Se trata de una mezcla de impresiones y creencias que he notado que tenemos la mayoría.

Si preguntamos a muchos trabajadores/as si prefieren un jefe o una jefa; muchos contestan que un jefe. ¿Esto por qué pasa? Muchos pensareis que es por machismo, pero ciertamente a esta repuesta la contestan igual hombres que mujeres; el problema reside en el rol que coge la persona cuando le dan el puesto. Muchas veces las mujeres asumen que para ser competitivas y estar a la altura de los hombres, deben adquirir ciertas actitudes que pueden no estar acordes a su verdadera personalidad.

Muchas también sois vosotras vuestras propias enemigas, visualizando el papel de una jefa como el que no es. Una jefa no es el “Diablo que viste de Prada” ni tiene que ser Jullie Andrews correteando por la oficina como si de los prados de “Sonrisas y lágrimas” se tratara. Cada mujer es diferente y todas pueden aportar cosas excepcionales a una empresa; teniendo claro sus valores, reafirmando su personalidad y carácter en el puesto laboral y teniendo la ayuda de vuestro cómplice de vida en casa. Ni héroes ni villanos tienen cabida en el trabajo. Dejad las películas en casa. Y esto va por ambos sexos.

También las mujeres, esto ya es una observación personal, jugáis con una clara ventaja que encierra en sí una gran desventaja. El atributo exagerado por defecto. Sí queridas, os voy a poner un ejemplo muy claro y que todas al unisono me daréis la razón. Un hombre cuando es malo es malo, un hombre cuando está de mal humor pues está de mal humor. La mujer será en estos mismos casos una víbora y “tiene la regla”. Pero esta, como toda “otra cara de la moneda”, mi teoría tiene su contrapartida. ¿O es que nunca os habéis fijado en estos símiles al revés? En el panorama de la lengua castellana hay muchos vocablos negativos que quedan extintos si nos referimos al género femenino. Esto me lo enseñó ya hace tiempo un buen amigo contextualizándome con esta pequeña afirmación: “Rubén, de un hombre siempre podrás decir que es un viejo, de una mujer no te sale referirte a ella por “vieja”; puedes como mucho llamarla anciana pero, ante todo, siempre te saldrá más utilizar SEÑORA”.

Así si una mujer va muy arreglada, siempre diremos que está fabulosa; con el caballero nos quedaremos en que va elegante. Cuando el hombre cumpla años diremos que cada día está más interesante y de las damas exclamaremos lo bien que se conservan. Si un hombre es bueno, una mujer será una Santa. Y si un hombre llega a presidente, su mujer será la Primera Dama.

Como ven, todo lo que hacen las mujeres siempre está hecho de forma superlativa y siguiendo este punto de vista, sin ánimo de ser feminista, podemos hacer la siguiente conclusión: todos sus actos encierran una solemnidad de la cual el género masculino carece por completo. Siendo, cualquier cosa que hagan, estudiada y observada; para poder todos mejorar con el ejemplo de las mejores.


A nuestras lectoras, a nuestras vecinas y, en definitiva a todas las mujeres; va dedicado este artículo y gracias por dejarnos todos los días embelesarnos con sus pasos a lo largo de nuestra Pasarela de Adoquines.

Feliz Día de la Mujer.


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