Fashion
“Love” Show.
Rubén
Alexandre.
Estamos en el mes del
Amor. Sí, amigos. Acaba de empezar el año y ya estamos con la
siguiente masificación comercial del año: San Valentín y las
grandes Pasarelas Internacionales de Moda de la Mercedes Fashion Week
(que es mi único gran Amor verdadero).
Pero, superficialidades a
parte; hablemos de una tendencia que nunca pasa de moda: la búsqueda
del Amor eterno. O, al menos, que dure lo suficiente para recibir un
detallito el ansiado 14 de Febrero.
Es el mes de las joyas y
los complementos. ¿Que hay más fácil que regalar una joya o un
reloj? Los complementos, parecen ser la mejor solución para firmar
promesas e ilusiones de que un proyecto, donde volcamos muchas de
nuestras ilusiones, llegue a buen puerto. Alianzas con fechas,
perfumes, gemelos en forma de corazón, bufandas rojas que nos
arropen del frío, o esa corbata de seda que le regalas a tu marido
todos los años y que nunca se pone.
¿Algo que sella
promesas o que permanece en la otra persona para recordarle a quién
pertenece su fidelidad? Los cínicos sobre el amor, nos jactamos
hablando de este día con estas connotaciones: “es superficial”,
“banal”, “una ayuda del capitalismo para afrontar y superar la
cuesta de Enero”...
Pero, pese a mi cinismo
original, para todos aquellos que creen que esta tendencia viene de
la formación de los grandes centros comerciales, os contaré de
donde viene esta tendencia de celebración, más milenaria de lo que
creemos. Hay que darle al César, lo que es del César.
Primero de todo, hay que
poner en conocimiento que este día era la celebración al Dios Eros.
El Dios del Amor para los griegos y Cupido para los Romanos. Así;
miles de jóvenes peregrinaban a los templos dedicados a este Dios,
para otorgarle ofrendas que les permitiera encontrar al verdadero
compañero de sus vidas.
Pero su principal
historia es más romántica y revolucionaria. San Valentín era un
sacerdote que ejercía en Roma en el Siglo II. Un mandato de Claudio
II dictaba que los jóvenes soldados no se les permitiría casarse,
dado que al no poseer distracciones familiares, eran más aptos para
enfrentarse a las batallas del Imperio. San Valentín, rehusó la
orden del Emperador, y continuó celebrando bodas para los jóvenes
soldados a espaldas del régimen. Cristiano Ortodoxo, y no habiendo
sido aún instaurado el Cristianismo como religión del Imperio ( se
haría al siglo siguiente), fué sentenciado a muerte y martirizado
por su desobediencia. Así el Mártir, muerto el 14 de Febrero del
año 270, sería sepultado, según narra la leyenda, muy cerca de un
Almendro (símbolo cristiano del Amor).
San Valentín, podría
haber sido un mero “alcahueto”, o un “celestino”.
Pero su lucha marcó una tendencia. El luchar por lo que se cree y
por el Amor, aún siendo la muerte su fatal destino. Miles de
historias y fábulas que nos acompañaron a lo largo de nuestra vida,
avalan este reconocimiento a luchas por amor; con o sin dicha: Romeo
y Julieta, El lago de los Cisnes, La princesa y el Sapo,
Blancanieves...
Historias y cuentos que
nos muestran, cómo el amor no pasa de Moda. De hecho, solo tenéis
que ver la cartelera semanal de los cines para daros cuenta de que es
un tema que sigue dando de qué hablar.
Claro que los grandes
Centro Comerciales se aprovechan de estas tendencias milenarias para
sacar tajada. Pero, también, nosotros podemos cambiar las
tradiciones. Más que cambiarlas, hacerlas nuestras. Pasad ese día
en pareja, y que vuestro mejor regalo sea vuestra mejor sonrisa,
vuestra más tierna mirada y vuestro Beso de Amor verdadero. Que lo
más importante no sea esa sortija de plata o colgante en forma de
corazón (Por cierto, creo que algo me revuelve las tripas en este
momento y no son mariposas, precisamente); con dos nombres y una
fecha grabada. Una pareja no es un inicio, ni un final. Siempre es
una historia. Que a veces es fugaz y, a veces es; por siempre
jamás...
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