jueves, 5 de febrero de 2015

Artículo de Opinión Periódico de Lavapiés Febrero 2015

Nuestra Primera Esquela.
D.E.P. Libertad.
Rubén Alexandre

¡BOOM! Así es una de las formas en las que más comúnmente muere la libertad.

En las guerras, el porcentaje de inocentes civiles muertos frente a los soldados en combate, es alarmantemente superior. Pero mucho más en los actos terroristas.

Actos que, de repente, bien organizados y con alevosía; hacen que vidas humanas se vayan, sin dejar ni un pésimo adiós a sus familias y seres queridos. Que se pare la existencia de un número “X” de personas, pero que la muerte en vida llegue para muchas otras. Ese paréntesis, poco a poco desaparecerá (en Francia durará tres días negros) pero, ¿y para sus familias? Esa sombra de oscuridad siempre estará en mayor o menor medida.

Entiendo, que las personas se sientan indignadas a veces. Que su credo sea estricto y ortodoxo. Pero nunca entenderé, como en nombre de Dios, puedes arrebatar vilmente las vidas de personas. No lo acepto. Es una costumbre milenaria de muchas culturas, en la que la decadencia de la raza humana se deja en evidencia. No se trata de “la palabra de Dios”, se trata de personas soberbias que se creen por encima de sus víctimas y, que se creen con el derecho de coger un rol de “pseudo-Demiurgo” ; que, si realmente existiera; haría que sus cabezas se replantearan, muy en serio, su papel en este mundo. Después, claro está, de hacerles ver su “ira divina”.

La injusticia asolapa nuestro mundo. Occidente maltrata a oriente, explotando sus recursos naturales desde tiempos inmemoriales, haciendo que la riqueza se quede en nuestro lado continental. Sus credos son rebajados a menos y sus costumbres, si no son reemplazadas, son humilladas y vejadas. Aún así, la venganza y el ataque gratuito no son una solución.

Una sociedad global debe de tener una base sólida, que no se forjan con guerras y tratados, que quedan en un segundo plano y que solo sirven para crear días de celebraciones y puentes, sin dar un sentido estricto a nuestra propia existencia común.

Las reglas morales y la ética, no tienen porqué disiparse de nuestras identidades religiosas, pero si que opino que no podemos jugar con la vida de las personas porque hagan caricaturas de mal gusto, mofas o burlas de nuestro credo, o incluso de nosotros mismos. En especial, porque las auténticas víctimas de estos conflictos, suelen ser personas ajenas y totalmente inocentes.

No podemos abogar por la decadencia de las civilizaciones como ha ocurrido a lo largo de la historia. Y este tipo de actos, los cuales no sirven ni para bien ni para mal para ninguna de las partes, que desaparezcan ya del todo de nuestra realidad social.

Da igual en nombre de quién: Alá, Yaveh, Brahma, Buda... Son deidades, por encima de nosotros, que no se van a dignar a dictarnos actos, porque no somos dignos de tener comunicación directa con ellos. Da igual los profetas que lo afirmen, los actos de maldad encierran solo maldad. Y las leyes del Karma, del “ojo por ojo y diente por diente” y todos los símiles religiosos de la ley del Talión; no deben permanecer más en nuestra sociedad si buscamos la justicia y la equidad de todos los hombres y mujeres.

Y cogiendo de referencia las palabras de Hollande: “Son nuestros héroes. La Republica se ha visto atacada hoy”. Diré con indignación y rabia:

No, Hollande. Se ha atacado a todas las personas de este mundo. Coartándose con miedo a su libertad de expresión y, sobretodo, decir que no son héroes. Un héroe, es aquel que muere convencido de su causa y de sus convicciones durante una lucha, de la que cree que saldrá un futuro mejor para sus descendientes, muera o no en batalla (porque recordemos, que hay miles de luchas donde no hace falta que muera nadie), y no cuando, desválidamente (cuando ya creemos que tenemos ganado nuestro derecho de libertad), alguien se encuentra en una reunión de Redacción del Periódico en la que trabaja para llevar el pan a casa y un loco, le arrebata la vida cruelmente; por muchas convicciones religiosas o ansias de venganza disponga. ¡Son víctimas!, de un fanatismo que (sin miedo en mis venas diré) que es atroz, una justicia divina desmedida y descompensada y que solo atraerá más muerte y destrucción con las que crecerán los hijos de todos nosotros. Y, usted, tampoco es quién, de utilizar su martirio en “pro” de su Nación y de su Marketing político.
Y a todos los Dioses del credo humano habidas y por haber, cojo por consabido que si alguna de ustedes es la verdadera, y si realmente existe; que sepa que me repudia el tipo de sociedad vengativa y enfermiza que han, o ha, creado.

Que nuestra religión o filosofía sea nuestra insignia de pertenencia, que la oratoria (sin marketing de por medio) nuestra mejor arma y, el Derecho a la Vida, conclusión inicial de lo que debemos hacer entre todos: Un mundo mejor y libre. No puede ser esto una “Santa Inquisición” o una “Guerra Santa” permanente.




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