jueves, 15 de enero de 2015

Periódico Lavapiés Diciembre 2014 (Colaboración con Brian Genio)

PASARELA DE ADOQUINES

¿Relación Material?

Rubén Alexandre.
Bloguero de Moda.

Llega la Navidad. Villancicos, reuniones familiares, reportes de cómo nos ha ido el año, deseos para el año próximo y... Regalos.

El consumismo también nos aborda en estas fechas. Incluso, a veces, creo que nos importa más qué vamos a regalar o qué comprar para ponernos guapos en estas fechas, que su auténtico sentido ¿no?

¿Sentimos algo cuando compramos algo a alguien? ¿O solo nos interesa el quedar bien? Y también a veces me pregunto: a la persona que le hacemos un regalo, ¿la conocemos tanto como para saber lo que realmente quiere? “Qué más dará si existen los tickets-regalo en casi todas las tiendas” nos auto-responderemos casi todos. Pues como si de un Espíritu de la Navidad Pasada fuera, os relataré una historia conmovedora.

Siempre recordaré un tiempo que estuve en una tienda trabajando… Vino una humilde señora a comprar unos Stilletos rojos pasión de ante natural y preguntando por un número difícil de encontrar para su hija. Era la más guapa, la más alta, la más lista... Con ojos enlagrimados de una madre que no paraba de pensar: “Estos zapatos son ideales para el vestido que mi hija se va a poner este Fin de Año. ¡Ay, si hubiera la talla!”. Y como caído del cielo, puesto a propósito para esa señora, encontré la talla. Cuando la acompañaba a la caja para cobrarle, intentando venderle un bolso que podía llevar a juego, me di cuenta de que sacaba un sobre, prácticamente con el dinero justo para los zapatos. Debía ser el típico sobre que algunas empresas siguen dando con el aguinaldo. Cesé en mi intento furtivo de venta cruzada. Me di cuenta del esfuerzo que hacía por su hija y pude observar los ojos de la señora: brillantes y nerviosos. Sabía que el esfuerzo iba a merecer la pena: su niña iba a ser la más bonita para ella esa noche.

A los tres días siguientes mi espíritu navideño fue usurpado por una snob que quería esos zapatos de 125 € (los cuales se atrevió a llamar “básicos”) para una simple comida de empresa...

Como veis, un mismo acto o un mismo objeto no significa lo mismo para una u otra persona. Yo, en ese zapato, además de otras miles de historias de Navidad, siempre me quedaré con esa mirada de la señora mientras iba a la caja a pagar; esos ojos que, por una parte reflejaban nostalgia de aquellos tiempos donde su hija era más pequeña, y por otra parte, también ese orgullo de que, lo que le había costado tanto dinero, haría muy feliz a la persona que más quiere en este mundo.

Asqueado del consumismo enfermizo que derrocha mucha gente en esta época del año, he preferido quedarme con esta historia para el resto de mis días, teniendo la esperanza de que siempre habrá gente que lo que busque en estas fechas es demostrarle a esas personas que quiere, pese a lo duro que haya sido el año, lo especial que son para ellos. Que los regalos no importan, ni lo caro que son, ni lo que valen. Que lo que cuenta es el amor con lo que se envuelvan y, sobre todo, la verdadera magía de la Navidad: sacar lo mejor que hay en cada uno de nosotros una vez al año, para coger trazas de cómo hacerlo posible el resto del año.

Uno de mis propósitos para el Año Nuevo es darle a cada cosa el valor real que tiene ¿ Y el tuyo?

¡Feliz Navidad a todos, vecinos! Y que todos vuestros deseos se hagan realidad este próximo 2015.



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